Texto en español Günter Grass

A Günter Grass le ha caído un chorreo de no te menees. Un chorreo masivo, podríamos decir.

¿Qué ha hecho?

Criticar la política armamentística de Israel. Ya está.

Y, sencillamente por eso, le dicen que es "antisemita". De lo que se deduce que los únicos "semitas" son los israelíes, lo cual es radicalmente falso. El término "semítico" hace referencia a un conjunto de lenguas emparentadas, una de las cuales es el hebreo; esto de "semita" se usa mucho, si uno lee historia de Mesopotamia, para diferenciar los pobladores sumerios de la gente que vino después, que tenía un origen distinto. El uso de "semita" como referencia racial es infundado. Al parecer todo el norte de África, mezclando tuaregs, árabes, somalíes... se podría denominar "semita".

Cuando un término se usa de manera incorrecta tan a la ligera, detrás suele estar la repetición machacona previa de una idea, que ha hecho innecesario que pensemos. Y aquí tenemos una evidente: criticar cualquier aspecto de la política de Israel es ser "antijudío", o "pronazi". Eso nos han enseñado (otro de por aquí decía que "las víctimas siempre tienen razón"; como muchos judíos fueron víctimas de los nazis... pues eso).

Bueno, no merece la pena ahondar más en eso. Lo que merece la pena es que cada cual juzgue por sí mismo leyendo el poema original. A mí, personalmente, me parece un escrito de lo más juicioso (aunque como poema sea francamente feo), y no sólo eso, sino el tipo de reflexión que todos estamos obligados a hacernos a poco que recordemos lo que pasó antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

Espero que no me interrogue nadie por "difundir ideas antisemitas", o alguna otra memez parecida.

Lo que hay que decir

Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor...
digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.

Günter Grass, traducido por Miguel Sáenz. Publicado originalmente en Süddeutsche Zeitung y en español en El País
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

tipica respuesta de neoantisemita version progre caviar, Israel tiene derecho a defenderse de las teocracias que le rodean, faltaría mas. Pero oye, la cupa es de los judios, que pena direis los progres que no los gaseara todos hitler asi se acbaba el problema, verdad? que asquerosidad de comentario. Viva Israel!!!

Guti dijo...

Pues típico comentario de alguien que no razona ni quiere razonar.

Cuando quieras hablar de lo que yo he dicho, y no de lo que tú dices que yo diría sobre Hitler, pues ya si eso vuelves y hablamos. Estaré encantado. Estoy seguro de que nos podríamos entender. Si quisieras, digo.

Anónimo dijo...

Igual es irónico, porque criticar las "teocracias que le rodean"... en fin, la estrella de David en la bandera debe ser una casualidad